POESIA DE IGNACIO JOSE DE JESUS
LA CASA ENCANTADA
Cada que llueve
vuelvo a ser el pequeño que sube a la mesa para alcanzar la ventana
Desde ahí veo la lluvia jugar
resbalar por las hojas y dejarse caer…
cuatro años vuelvo a tener
me deslumbro otra vez observando las correntadas
que juegan a invadir las calles y volverse a unir
y recuerdo la sopa de frijoles de mi madre
amelcochados como sus ojos
sus manos como alas de colibrí en la cocina
sus ojos negros como noches sin luna que iluminan mi alma
su silencio y su voz
su amor
mi padre
el callado de mi alma que resuena en mi mente como dulces cascabeles,
mi nona y sus atoles hechos con amor,
que en la cocina de leña me heredo.
Valentino y Sebastián…
la casa de mi infancia,
el corredor del abuelo,
donde leía su Biblia,
el patio y sus tres amores,
la huerta, las hierbas y las coloridas flores
ya no tengo cuatro años
esa ventana no es más mi ventana
esas calles no son más mis calles
del Edén un domingo escape
en mi alma hoy pesa su ausencia
JUEGOS OCULTOS
Moscas enfrascadas tras el cristal de tu mente que maquina engaños
juguetes negros son mi poesía en tus manos
conjugada en tu boca
pronunciada en tus labios
ahogada en tu corazón
palabras oscuras
pensamientos líquidos
que escapan entre tus dientes
moribundos, heridos de muerte
por las espinas de tu lengua
que tiende la trampa de muerte
de la que solo el valiente
el sabio
sabe con vida escapar.
GÉLIDA
Tus labios de conchas vacías
saturadas de arena y sal
arañan mi alma
con tu canto atorado en mi mente
bailando en mi oído
ese verso intentando asfixiar mi alma
con el recuerdo de tu voz
hasta no poder
Hasta hacerme suplicar
¡desvélate, desnúdate!
canta en el lóbulo de mi oído
alivia con tus versos
mi corazón herido
Esta alma mendigante
De la espuma del mar que bañas con tu canto
Un canto que pasa sin mirarme y se va
Ignacio José De Jesus
Actor de teatro y Docente
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