POEMAS DE CARLOS MAURICIO
Mi sitio.
Creí que no había un sitio donde posar los ojos,
pensé que ya no había nadie que valiera la pena,
caminaba solo, realmente tenía pocos amigos,
realmente no era muy sociable, no tenía ganas,
ni necesidad de serlo, ciertamente era un solitario,
realmente era una sombra atravesando una selva
y realmente no me sentía mal, y no era mi culpa,
ni la culpa de nadie, era solo que en ese momento,
no me importaba demasiado nada, ni las personas,
ni los acontecimientos, no es que fuera malo,
o que no estuviera dispuesto a hacer el bien,
era solo que realmente había sufrido mucho
y que todo me parecía indiferente, que nada
nada en absoluto merecía mi atención, pero te vi,
vi tu rostro, tus ojos, te oí hablar, seguí tus pasos,
no es que quisiera atraerte a mi mundo, al mundo
de los inadaptados, sino que al fin había encontrado
alguien que valiera la pena, alguien que venciera
a mi indiferencia, alguien que me hizo mejor persona,
ciertamente me diste más de lo que podía ofrecer,
te amé, yo he sido increíblemente afortunado,
ya que la primer persona que amé se convirtió
en mi esposa, yo en medio de todo, no merecía tanto,
te robaste mi corazón, humildemente y yo
humildemente te lo di, no es que tuviera sueños rotos,
es que no tenía sueños y contigo yo los construí,
me ganaste primero con ternura, y luego con pasión,
yo realmente pensé que la felicidad era una tierra
que jamás pisaría, que no era un sitio para mí,
pero llegaste, gracias a Dios llegaste y te quedaste,
y luego llego ella, con tus ojos y mis pies y mi nariz,
ahora somos tres y aunque hay un millón de pequeñas
dificultades y cotidianas tristezas esos momentos
de felicidad y de amor hacen que todo valga la pena.
Soy un hombre afortunado, porque encontré mi sitio.
Infinito…
¿El infinito puede alcanzarse? ¿Es posible llegar
hasta la frontera que no tiene fronteras?
dicen los científicos que de momento no es posible,
afirman también algunos filósofos que no lo es,
por medios materiales, es fácil concluir que no…
sin embargo, he llegado a sentir más que a creer,
que llegar a ese porción infinitesimal de instantes,
es posible, para mi alma, mi espíritu, mi voluntad
o como quieran llamarle a ese algo que parece
no tener límites o desconocerlos o ignorarlos,
porque en definitiva, todos, absolutamente todos,
nos hemos sentido alguna vez, infinitamente tristes,
infinitamente cansados, infinitamente felices,
infinitamente enamorados, y aunque esas emociones
sean instantes, pareciera ser que en esos momentos
logramos alcanzar al mismísimo infinito…
En este complejo, misterioso e infinito universo,
Lleno de seres como nosotros, podemos llegar a sentir
una infinita soledad, en este mundo absurdo,
que según muchos es el peor mundo posible,
hay momentos en los que podemos sentir
una felicidad, un deseo o un amor infinitos.
Hay cosas que mis palabras no logran describir,
misterios que mi inteligencia no puede descifrar,
pero me doy cuenta, cuando el infinito me sobrepasa,
cuando el amor que te tengo cubre todo y no me cabe
en los ojos, en el pecho, en el cuerpo y en el alma…
Pasando la tarde
Naufragué en los rescoldos
de los vientos de octubre
y calenté mis manos
y sudé poesía
y me pasé una tarde
esperando en el camino,
con el pecho abierto
y los ojos cerrados
y me pasé una tarde
viendo como llovían
pedacitos de sol
y de melancolía,
y me pasé la tarde
llenando crucigramas
y en las quemas de agosto,
leyendo a un tal roque
y me bebí el rocío
salado de tus ojos,
y me pasé una tarde
apretando tu mano,
diciéndote con mis ojos,
que te amo,
acariciándote el cuello
con mi voz
y me pasé la tarde
oyéndome decir
quédate conmigo,
te rodeé la cintura
con palabras de amor
y te dije muy suave
un sin fin de palabras
que, al verter en papel,
no serían iguales
más conoces muy bien
y me pasé una tarde
inmerso en pensamientos
y me pasé leyendo
los poemas de ayer,
una tarde pasada,
una tarde de ayer
y me pasé una tarde
contemplando tus ojos,
tu sonrisa me dijo,
yo también te quiero
y esa tarde pasada,
un abrazo me dijo,
quédate conmigo
y he pasado la tarde
conversando contigo,
sin decirte nada,
sin oír tu voz,
pero diciendo todo...
La luz de esos días...
Los días de luz aunque felices pasan pronto
y volvemos a la rutina, a las colas, a la neurosis,
a las malas miradas, a los cúmulos de bilis,
al grito, al áspero aullido del claxon en el tráfico;
mi pupila como loca aún busca nerviosa la luz
que fluye suavemente entre las hojas, aún busca
la sonrisa pura y sincera, mi oído aún va en pos
del sonido evocador, ese al que se acostumbró
tan fácilmente, extiendo mis manos esperando
que se enreden en los raudos cabellos, mi olfato,
busca ansioso el olor a Jacinto y a mañana
y me despiertan los gritos de los vendedores,
la asquerosa hipocresía de los que dicen conocerme
sin saber que yo mismo apenas y conozco
el significado de mi propia sonrisa;
me sacan de mi sueño el sonido monótono,
isocrónico de las agujas del reloj, de las teclas
presionadas con ortodoxo estilo en el computador,
pero mis ojos extraviados se pierden nuevamente
buscando en el oriente una luz que parece
fue hecha para ellos, mi corazón se detiene,
se para unos segundos mientras de mi garganta
casi ahogado, apenas audible emana un susurro:
“Que lejos estás luz de mi vida y sin embargo
no quiero, ni puedo sacarte de mi alma…”
Nostalgia.
No hay una simple razón por la que quiera regresar,
son demasiadas, enumerarlas me llevaría años,
pero puedo mencionar algunas, las más importantes,
el sol, la luna y las estrellas brillan ahí diferente,
parece que las nubes se acomodan de otra forma,
la tierra mojada por el tierno beso de la lluvia,
tiene un olor diferente, pareciera que la risa
y el llanto de los niños suena distinto, y la sonrisa
de las muchachas es más pura y más brillante;
regreso porque el verde de esos montes me parece
que es mar verde que en cualquier otro sitio,
porque el rojo del café maduro, es más fuerte
y más brillantes que en cualquier otro lado,
porque los caminos serpenteantes, y solitarios,
porque las calles adoquinadas o empedradas,
me parecen más hermosas, más tranquilas,
porque el juego de fútbol, en el camino,
y las dos piedras de la meta se ven para mí al menos
bellísimos, porque el alba y el ocaso al colarse
en mi ventana me parecen más diáfanos y puros
que en cualquier lugar del mundo, simplemente,
regreso porque ahí hay al menos un amigo de verdad,
porque ahí me esperan no solo los recuerdos
de mi infancia, no solo el sabor a mi niñez,
sino mi presente que decidí forjar ahí también,
unos ojos brillantes, unas manos suaves, un abrazo,
cálido, sincero y reconfortante, uno boca dulce,
y un alma que comparte conmigo este amor
a esa tierra perdida entre montañas, a esa niebla
repentina, a ese brisa helada y al olor a café,
esas son algunas de las razones por las que regreso.
Pero si es necesario resumirlo en una sola palabra,
yo simplemente diría que regreso por nostalgia.
Sabes que te quiero?
Sé que no soy muy comunicativo,
que cuando se trata de bromear,
de hacer un chiste, de ser elegantemente
sarcástico, todo me sale tan,
pero tan natural, sin embargo, sé,
que cuando trato de mostrarte
que te quiero, me quedo corto,
me faltan recursos, por eso te pregunto,
amor, tú sabes que te quiero?
Acaso puedes notar que el brillo en mis ojos,
cuando estás cerca, es diferente,
no sé si notas ese brillo, no sé si notas
cuanto te quiero, sé que sabes
que me preocupo, que quiero verte feliz,
sé que en el fondo me entiendes,
y el brillo que no podrías notar en mis ojos,
es el que ocurre cuando te siento lejos
no solo por la distancia, por los metros,
los cientos de miles de metros que podrían
separarnos, sino porque te siento lejos
de mi alma, no te alejes demasiado, por favor,
sabes que te quiero? Entiendes la angustia
que me causa no poder responder
un mensaje tuyo, entiendes el temblor
en mis dedos al escribir de prisa y torpemente,
aplastando las teclas de mi celular,
entiendes cuanto te quiero, cuan capaz
soy de dejar todo si me fuera posible
tan solo por responder un mensaje tuyo,
entiendes cuando amo que estés conmigo?
Que hayas decidido quedarte con este loco
al que llamas mi poeta, mi dibujante,
mi escritor, no me llena de orgullo, de ilusión
que me digas esas cosas, sino que las sientas,
no soy apenas más que un intento de todo eso,
pero, si sé que me quieres, soy todo eso y más,
y tú, sabes que te quiero? Entiendes todo
lo que significas para mí, no sé si lo entiendas,
espero que sí, creo que sí, oh mi niña, yo te amo,
adoro el hecho de que me has hecho un hombre,
de que sacas lo mejor de mí, de que además
me has hecho un creador de vida, un padre,
tienes que saber que te amo, no puedes olvidarlo,
no he amado ni amaré así, tienes que saber
niña bonita, que te quiero, que aunque es difícil,
lo que hago por estar a tu lado, no es un sacrificio,
es solo un grupo pequeño de obstáculos
que tengo que franquear para llegar a mi tesoro,
a mis tesoros, te amo, mi niña hermosa
te amo tanto corazón, te lo pregunto, pero,
ya se la respuesta, sé que lo sabes,
oh mi niña, sé bien, que tú sabes
que te amo.
Carlos Mauricio
Me llega!
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