UN RELATO DE WILFREDO ARRIOLA
400 likes Wilfredo Arriola, Su halago más sincero siempre fue: No me interesas. No era por impostura ni por el mal mencionado ataque de clasismo, él cree que es verdad decir lo que se piensa con la desnudes de las cosas impredecibles. Salió con Leonor, a contra pronóstico de su noble cometido. Esa tarde estuvo cargada de miradas de las que había que sacar un cursillo para interpretarlas. Nunca eran puntuales, a veces tímidas, otras certeras, otras volátiles, tal cual la vida cuando se decide encontrarse con alguien a quien uno no conoce en persona. Un café de plaza los recibió, dos sillas, un parco centro de mesa con la oferta del momento, el clima húmedo del verano, a suma de su postura inusual de sentarse al estilo europeo. Reacomodarse la camisa a cuadros por tercera vez, estaba siendo su deporte y las expectativas girando en la ruleta para ganar el botín que dejan los primeros encuentros. Pensaba en qué pedir, para parecer más interesante, si ser leal a sus hábitos o