POESIA DE ERICK AREVALO
ULTIMA DOSIS
A Jesse Pinkman.
Escurre la última gota sobre un desvió de acero inoxidable,
se incorpora en la carretera principal,
directo a la miseria de Albuquerque.
Rota la piel es cuando el universo se expande en el azul de mis pupilas
cuando todo el torrente recorre la profecía de mi madre,
soy cosecha perdida.
Nada importa más que la adoración de mi espalda en la cama
y el abrazo de quien conmigo canta cada mililitro
como consigan de dolor labrada en las entrañas.
Reconozco este olor a muerte,
se que a mi lado un cuerpo no vera más noches
pero en mi noches siempre veré ese cuerpo.
No te vayas,
no dejes a la deriva este lienzo sin pintar.
Siento como las arcadas expulsan tu alma.
Mi cuerpo, una losa donde almacenaré este instante.
En el reverso de mis parpados escondo una plegaria,
la repito en voz baja antes de abrir mis ojos:
“Que haya sido una pesadilla”.
Duermevela maldita, perdón señor Margolis, perdón.
Pero ella nunca soportó el espanto de cumplir expectativas.
Duermevela maldita, duermevela maldita.
Esta angustia de ver morir lo que amo
espero sea borrada
y me devuelvan la esperanza,
antes de escuchar el tono de la llamada.
Réquiem
Megatones explotan de mis vertebras involuntariamente,
Espasmos en la última arista de mi cuerpo barren constelaciones de tristeza,
Cuando mi nombre cobra sentido en su voz;
Mientras encuentro salvación caminado junto a su sombra.
Los ciclos de Saros bajo esta piel se deslizan rápidamente.
Por eso a mi paso dejo dos pares de huellas perforando la memoria
Por eso mi sedienta lengua no se cohíbe al lamer la melancolía ajena
Porque apremia el amor entre mi carne
Y la muerte sabe mejor entre el recuerdo y la risa.
Soy la transfiguración de un dios que se postra a los pies de sus devotos
Sin más pretensión que tallar mi epitafio en un gesto que desvanezca el olvido.
Guiare tus pasos en el inframundo,
Pacto cerrado que escriben las falanges en gratitud sobre mi cuerpo.
Es la hora.
En mis pupilas inmortalizo la ventura de este rayo
que se derrama como una lagrima al encuentro de la mejilla,
los parpados se cierran ,
tras ellos te contemplo en mi cuerpo hecho sal,
ya que volvería a ti
las vidas que fueran necesarias.
Lagrima Primera
Mi primer amor nació con la dulzura de la muerte enclaustrada en las venas,
nuestras manos enraizadas resguardaban el secreto del tiempo.
Echar la mirada al edén de la infancia es escuchar el oráculo
de una vida marcada por aves arrancadas de los cielos
Ante el vómito de la escopeta.
Pestañas y cofres
Parpados y candados
Pupilas que nunca verán la erosión de mis mejillas
Ante los ríos de sal.
Duerme, bajo las sabanas grises de la memoria
El sabor del grano de arena no digerido por el reloj,
Donde la voz se extravía en el grito desgarrado de los años
Y el diezmo de todas mis lágrimas lo acompaña una súplica inmolada en el ardor de la nostalgia.
No soy más que inviernos
Desde que la dulzura de la muerte
Segó la cosecha primera
en un corazón que canta la desesperanza para sí.
Un hombre camina sobre la hiel
Con una niña de azúcar atravesada en el pecho…
La lluvia purifica el paladar.
Principio de insania
Para danzar en la locura
No bastan tus dedos de escarabajo
Amalgamando mi piel
Ni que mis ojos melancólicos se derramen
Sobre los días de agosto.
Para habitar los paisajes de insania
Bastan sabanas estampadas con tu sangre
Y que tu vientre sea manicomio para renacer.
…Mientas silencio en mi cabeza
Las canciones de cuna que no cante.
Suspiro de la bestia
Duerme: se calmo la bestia,
Teje hasta el final tu sueño…
¡querido!... el humo lo es todo,
-si es cierto que todo es humo…
-Tristan Corbiére-
Busco tu nombre
en resuello que deja mi lengua en esa duermevela
en esa tumba de cal
donde ladran tambores de guerra en el tórax
y se rompe la placenta del humano.
La nata de los cerros esconde el rostro de la deidad prohibida.
Mirra sándalo pachulí menta
y las lágrimas de los ángeles.
Los suspiros carcomen media alma
mientras sigo buscando tu nombre
entre los dientes podridos de Morfeo.
Erick Arévalo
Poeta y Narrador
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