POEMAS DE CARLOS MAURICIO LÓPEZ VOL.2

 




Decadencia.

 

Ay de vosotros, oh tristes poetas,

que olvidasteis el real cometido,

poetas de corazón sometido,

que arrojasteis el arco y las saetas...

 

Vosotros que quisisteis ser cometas,

quisisteis arrojar vuestra verdad,

y crecidos en el tiempo y en edad

os convertisteis en grises veletas...

 

Por no dar el pan de la poesía,

a los humildes y necesitados,

hundiéndoos en ruin hipocresía.

 

Olvidasteis soldados humillados,

la dulce verdad de la poesía,

caísteis, oh profetas... derrotados.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Inspiración

 

Yo no soy de tus hijos preferidos,

más bien, un atrevido soy, intentando,

buscando, persiguiendo, mendigando,

para ser uno de tus elegidos.

 

Oh madre, tan esquiva y misteriosa,

bendice con tus alas mi palabra,

obliga por favor, que mi mente abra,

y se funda con el alma dichosa.

 

Dale fuerza a mis manos y calor

y que pinten y escriban mi verdad,

otorgadme tu gracia y tu valor,

 

solo pueden venir de tu bondad,

Oh! Inspiración bendita, hermosa flor,

a mis viejas heridas, remendad...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Historia triste.

 

No volveré a hacer poemas,

no volveré a dibujar,

siento en el alma anatemas

y ganas de vomitar.

 

Con un corazón vacío,

que poemas puedo hacer,

con la vida vuelta un lío,

que bueno puede nacer.

 

Con los ojos anegados,

con la vista fija al cielo,

no hay versos enamorados,

no hay rimas de terciopelo.

 

Y con las manos crispadas,

como tomar el pincel,

con palmas ensangrentadas,

como poner el papel.

 

De momento me retiro,

busco un camino mejor,

el camino ha dado un giro,

la luz tiene otro fulgor.

 

Esto lo dijo un valiente,

con un tremendo dolor,

yo lo miré tristemente,

con mi pecho soñador.

 

Y mirándome a mí mismo,

lo comprendí en un instante,

yo también surqué ese abismo

en un pasado distante.

 

A mi también me dejaron

las alas hechas jirones,

mis ojos también lloraron,

amargas desilusiones...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Capitán Estoico.

 

Después de largo tiempo, el buen capitán,

regresó al hogar por el que luchaba,

iba ten feliz porque regresaba,

como atraído por la fuerza de un imán...

 

Su gran corazón se llenaba de luz,

sentía un enorme regocijo en su alma,

esperaba encontrar amor, paz, calma,

pero halló tristeza, dolor y una cruz.

 

Él lloró como un niño, pero entendió,

que no podía hacer nada, más que seguir,

con los ojos húmedos, firme, se irguió.

 

Miró a su alrededor y aun pudo sonreír,

con un beso, de nuevo se despidió,

juró regresar, ser feliz o morir.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Resiliencia

 

No sé cómo será en otros lugares,

pero en El Salvador, estoy seguro,

la capacidad, en estado puro,

la resiliencia de nuestros pilares,

es justamente nuestra resistencia,

la capacidad de soportar tanto,

de colar la risa entre nuestro llanto,

es esa constancia, es esa paciencia.

 

Tal vez seamos unas almas duras,

los tristes más tristes en este mundo,

albas nubladas y tardes oscuras,

pero tenemos un don tan profundo,

que solo poseen las almas puras,

y que nos deja resistir al mundo.

 

Carlos Mauricio ®

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