Un cuento de Evenor Saavedra
Sartén.
Evenor Saavedra.
evenorsaavedra@gmail.com
Después
de un mes ya no existía la incertidumbre de existir. Todavía no teníamos respuestas, pero habíamos
dejado de formular las preguntas. Todo era un eterno ir y venir, recorrer las
hileras y volver al semáforo, saludar amablemente y maldecir entre dientes. ¡Si de tu tata es el carro, hija de la grandísima
puta! Buenas don, ¿le pegamos un sticker? El humo de los autos ennegrecía
nuestro espíritu curioso; el sol secaba nuestras ideas.
–Y ¿de qué te sirve la filosofía? ¡El cliente
siempre tiene la razón!
–Sí, jefe.
Todos
los días lo mismo; abordar el autobús, repleto hasta las puertas. El directo, el directo; va vacío, va vacío. Soportar
el tráfico con paciencia, hasta explotar en maldiciones a los carros, a las
calles angostas, al maitro que se topaba más de la cuenta, a la señorita que bien
podía otro poquito, al cobrador, al motorista, a los Poma, al señor de las
alturas, a la madre que nos parió, y a todo lo que estuviera al alcance de
nuestra lengua.
–¿Por
dónde vas?
–No paso de Soya, chele,
no se mueven ni mierda. Si tuviera los bolados me bajara a pegar.
Pero
al llegar al punto del día, recordábamos lo que nos daba de comer. Puta, antes gran desvergue, y ahora ni
mierda.
Recuerdo
al señor que cargaba a su hijo inválido, pidiendo limosna. ¡Pobrecito el muchacho! Permítame, le voy a
dar algo al señor.
–¡Hey, bichos! ¿Cuánto les pagan?
–Diez.
–Yo les pago quince.
–¿Haciendo qué?
–Cargando a mi muchacho.
–¡Bueno! Y ¿por qué a la
edecán le dan veinte y a nosotros diez? ¡Si hacemos todo el trabajo!
–Sí serás pendejo, ¿por
quién crees que te dicen “sí” los maitros?
Llega
el momento en que los ojos quedan perdidos, y las palabras vacías. Todo se va
borrando con el sol. ¡Puta, esta gente!
Como que un problema matemático les estás preguntando: “am, este… am… ¿cómo?” ¡En
todo eso cambia el semáforo!
–¿Ya vio ese culito?
–Sí.
–Para más el viento
levanta esa falda y no yo.
–Por lo menos se recrea
la vista aquí.
–Si sólo culos entran ahí.
–Y usted ¿qué vende?
–Lapiceros, ¿y usted?
–No vendo, regalo
stickers.
–Pero al final cobra
publicidad ¿va?
–Con bastante pena, la
verdad.
Quedaban
rostros humanos, detrás del negro humo de las calles.
–Tome un peso.
–Es gratis, señor.
–Lléveselo pa´l fresco.
–Gracias, que le vaya
bien.
–Vámonos Iván, que ya nos
están vigiando.
–Eso veo, vámonos mejor.
–¡No sean babosos, que no
ven que para acá vienen, van a decir que algo debemos!
–Cabal, pendejo soy para
moverme de aquí, por fin trabajando ando.
Las
piernas apenas responden, el humo ha enronquecido la voz; pero seguimos aquí,
ganando el derecho a las energías con las que trabajaremos el día de mañana.
Mi
boca articula monótona, robótica en lo profundo. Esta vez la fila es larga y el
sol lacerante; me he perdido entre las llantas, las miradas frías de los
retrovisores, los cláxones impacientes y las ventanillas polarizadas… me voy
derritiendo con cada paso que doy; mi carne se queda en el asfalto ardiente,
como plástico barato. Se me escapa la consciencia, los sonidos se van diluyendo
y la calle se me presenta empañada. El desmayo… parece inminente. De pronto, me
llega una risa distante, una risa suave cuya claridad me sorprende; una risa
burlona que ofende los grumos de humo que asfixian mis sentidos, y que va
creciendo hasta convertirse en una insolente carcajada. Veo mis manos aflojar y
quedar vacías; veo los stickers perderse en la calle, atrapados en una
corriente de aire refrescante; mis piernas se encuentran corriendo, para mi
sorpresa. ¡Maje, vení a ver, apuráte!
Corro
porque de pronto recuperé la vida; rio a carcajadas sin poder detenerme. ¡No
quiero dejar de reír! Estoy vivo, respiro, y no quiero dejar de reír; es la
insignificancia del perro la que da más fuego a mis carrillos. La nana como qués sardina vatrás, y el
chucho bien vergón delante. La muchacha enrojeció sin poder pronunciar
palabras, mientras el chihuahua ladraba en el asiento del copiloto, y una madre
acomodada entre cajas, se perdía en la distancia.
Evenor Saavedra.
09-02-2018.
Tonacatepeque.
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