Poesía de Milagro Díaz


 


 


 Independencia.

 

 

Me pongo lista para regocijarme entre el viento y las montañas, no escucho esas voces que me ponen como una dama en apuros.

Dejé de creer en esas palabras de amor cuando descubrí que eso no te lo dabas a ti mismo.

Mi corazón se fue viendo entre un péndulo de cristal y a la vez pude disfrutar de eso que llaman independencia.

Veo que muchos hablan de mí, pero trato de no escucharlos porque existe el dicho de perro que ladra no muerde, más vacíos de mente se encuentran en este mundo, ese libreto y verso de hacer las cosas a tu manera se destruyeron porque amo el consuelo que me da la soledad, entre tanto yo pensé que te esperaba, pero lo que al final esperaba era verme a mí misma libre entre tanta monotonía, donde era un asesino lento.

Quiero caer lo más profundo para levantarme de mis propias cenizas

Tus manos frías siguen ahí como el recuerdo de mi ser, deje mis miedos atrás al ver que moría una y otra vez en esos fríos y venenosos labios.

Qué pasaría si amo mi independencia y no quiero volver, que pasaría si quiero irme al infierno con todo mi ser.

 

         

 

La dama del collar.

 

 

Solo la observo por la ventana pasar por todas las calles, esa dama con su hermoso collar azul, usa un canasta en el cual persevera y trata de alcanzar, algo me dice que ella tiene sueños y metas,

ella sufre su agonía en silencio en vez de llorar sabe reír, tiene muchos pensamientos en su mente que solo se notan en su brillo al mirar profundamente, se sube y me dice lo que lleva ahí, me dice que lleva alegrías que me alegraran porque en su canasta trata de no cargar tristezas, me ofrece

mucha dulzura a pesar que unos se ríen de ella y otros la ignoran, sabe cómo ganarme al momento que me habla con su tierna voz diciéndome caballero, o llamando a alguna señora mal humorada dama.

Su cabello es rubio como el oro, sus ojos verdes como las montañas que se reflejan ante el azul del cielo, su piel es blanca y delicada, tiene la estatura de una chica y se guarda sus tristezas al final del

día para terminar cansada pero satisfecha que cada día es una oportunidad para llegar a su logro.

Saluda como si los conociera a todos, ríe a través de esa mascara que cubre su tierna sonrisa, disimula toda señal de acoso ya que ella es una dama guapa, a veces solo a veces tiende a sacar su lado duro, todo por olvidar su triste pasado, la dama del collar es esa que me trata con dulzura a pesar de su seriedad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Las manos de mi madre.

Las manos de mi madre son ásperas y a la vez arrugadas porque recuerdan que a pesar de todos los años su delicadeza ha ido haciéndola dura por el pasar de las pruebas de esta vida; esas manos cansadas que me demuestran el reflejo de cada sacrificio para hacerme feliz a pesar de la indignación de no tenerlo todo.

Las manos de mi madre me recuerdan todos esos momentos en que me protegió con ellas para que nunca me pasara algo malo y que a la vez durmiera en su pecho mientras tomaba mis ratos de lactancia y exigía a través del hambre y mis momentos de niñez.

Esas manos descuidadas que al pasar de los años perdieron su juventud por dármelo todo, pero a la vez no tener nada, esas manos que me acercaban hacia su rostro para darme el beso de amor

incondicional, esas manos que me muestran las veces que ella a pesar de los regaños me castigo a veces con dureza para que aprendiera una reflexión a pesar que ella se tapaba su rostro para no mostrarme que había lanzado lagrimas por mí.

Esas manos que con el pasar de los años aplaudían detrás de una plancha, se quemaban para darme el sustento diario, donde ella vivía remojando y aplaudiendo para darles todo a mis hermanos y a mí, esas que muchas veces me aplaudieron por mis victorias y me abrazaron entre tanta derrota para darme consuelo.

Esas manos que ante tanto consuelo con el pasar de los años las llevo marcada en mi corazón para tomar decisiones correctas y no sucumbir ante tanta violencia e indignación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Oración de un desconsuelo.

 

Padre nuestro que estas en los cielos, te damos las enormes gracias por hacernos putas de ante tanto desconsuelo, te lo imploramos ya que tú eres el hombre y te impones ante tanto descarriado para que tal vez algún día encontremos las puertas del cielo.

Tu que eres ese amadísimo padre de pedófilos, violadores, gays y prostitutas, ese que da su profecía mediante un libro barato de ciencia ficción en el cual muchos fanáticos encuentran ese

consuelo tras acusarme de pecador entre tantos actos que ellos cometen y se sienten unos santos solo por irte alabar sentados ante una imagen o ante un obispo que solo me dice que lo

importante que hay es el diezmo para cuando muera encontrar esas puertas del cielo.

Amadísimo padre que me escuchas en el salón con muchas personas con lengua de víbora; cuando entran son unos, pero cuando salen de tu iglesia que está hecha a base de diezmos de personas ya muertas cambian.

Dime tu padre que te llevaste con tanto borracho en tu tiempo y muchas prostitutas esta es la oración que quieres para que aclame por ti y para ti todos los días, eso es lo que tengo que hacer ante una imagen a base de yeso de agachar la cabeza, mientras el pedófilo que está detrás de mí me mira con lujuria a pesar que ya es un hombre casado por tu misma iglesia en el cual les has dado vida eterna solo porque cumple todo lo que dicen en tu libro.

Amadísimo padre rey de todos los cosmos y el universo, creador del alfa y omega dime que más quieres de mi aparte de hacerme más vieja y amargada con el pasar de los años, ¿acaso no te

gustaría que celebrara contigo los 25 de Diciembre a base de vino y cerveza por tu nacimiento o tu muerte entre Vodka o Tequila para rendirte un honor por saber que diste tu vida por mí?

Te pido por el ahora y por el ayer, por el presente y por futuro amadísimo padre Celestial que cumple con todos los allanamientos posibles ante tu hermoso fanatismo.

En el nombre de Jesucristo, Amen.

 

Milagro Diaz.

 

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